¿Se
han preguntado qué está haciendo el movimiento climático juvenil durante la
crisis del COVID-19? ¡Las personas jóvenes lideramos el cambio para salvar el
planeta!
Hoy,
22 de abril, Día Internacional de la
Tierra, sería nuestra primera movilización global del año en la calle,
teníamos planeados 3 días seguidos de acciones, comenzando hoy miércoles y
terminando el viernes con nuestra famosa huelga; pero, ahora, con la crisis
sanitaria global de la COVID-19, toda actividad pensada tuvo que ser
modificada. El mundo entero se encuentra en la misión de luchar y sobrevivir a
esta pandemia, pero la lucha por la justicia climática no puede detenerse.
La
llegada de la COVID-19 significó un cambio radical no solo para la comunidad
internacional, sino para cada persona joven en su individualidad, desde la
economía y política global hasta en las vidas diarias, desde cómo estudiamos
hasta cómo socializamos con nuestras amistades y familiares.
Si
nuestro futuro es incierto, haciendo énfasis a la pandemia actual, mejor no
imaginarnos el que nos espera si seguimos contribuyendo al cambio climático,
porque hasta el mismo Panel Intergubernamental del Cambio Climático, en el 2018,
estableció que tenemos menos de una década para cambiar y progresar a modos de
vida más sostenibles, porque si no logramos el planeta perderá su capacidad de
auto equilibrio llevándonos a un nuevo Día D, solo que esta vez todas y todos
perderemos la guerra.
El
2019 se caracterizó por ser un año donde el movimiento climático liderado por
las juventudes tomó la vanguardia de la lucha por la justicia climática y
social, vimos personas jóvenes hacer huelgas todos los viernes a nivel local,
nacional e inclusive global con el fin último de presionar a sus Gobiernos que
declaren emergencia climática y realicen acciones reales y efectivas para
mitigar los efectos del cambio climático -cumpliendo la meta de los 1,5 grados
establecida en el Acuerdo de París-, también vimos discursos poderosos en
conferencias y foros mundiales que desafiaron a líderes mundiales y hasta al
Sistema mismo.
Todo
esto hacía que el 2020 se viera muy prometedor para el activismo climático de
la juvetnud, sin embargo, como cualquier otra esfera de la Sociedad, el
COVID-19 vino a dejarnos en la deriva y con la necesidad de modificar todos
nuestros planes y actividades hasta nuevo aviso.
Durante
el último mes, mientras nos acostumbrabamos a la cuarentena y al nuevo orden
mundial donde impera el distanciamiento social, las personas jóvenes nos unimos
de una manera nunca antes vista, sin fronteras, para seguir accionando en pro
de la lucha climática, aún en estos tiempos, donde la herramienta fundamental
ha sido la tecnología.
El
mundo se ha movido a la virtualidad y nosotros también, ya que desde hace 6
semanas nuestras huelgas son virtuales, varias organizaciones y movimientos
están realizando webinars y series que pueden ser vistas en youtube y otras
plataformas sociales y se están organizando campañas para hoy Día de la Tierra,
que buscan amplificar las voces de activistas de todo el mundo reconociendo que
cada acción individual y colectiva cuenta, eso sí, acompañadas de interminables
videollamadas con activistas de todos los rincones del planeta.
Cada
crisis debe ser vista como motor de cambio y transformación; el COVID-19 nos
está demostrando lo frágil pero interconectados que estamos y que nuestra
relación con la naturaleza es tan fundamental como el lavarnos las manos por
más de 20 segundos.
Nuestras
vidas después de esto no serán como antes, por lo que necesitamos usar esta
experiencia para repensar nuestra relación con el Planeta y la Humanidad.
Este
último mes las personas jóvenes no sólo hemos visto y vivido momentos de temor,
estrés e incertidumbre también hemos visto cómo la sociedad, los gobiernos y la
Comunidad Internacional se han unido y han brindado un nuevo sentimiento de
esperanza; esto incluye, definitivamente, como las y los activistas nos unimos
y logramos no solo planear, pero sino llevar a cabo actividades semanales y una
actividad global de tres días seguidos para esta semana en conmemoración del
Día de la Tierra.
La
crisis climática es la madre de todas las demás injusticias, responde a un
problema sistemático y estructural que viene desarrollando desde la Revolución
Industrial, esto quiere decir que nuestro aporte es mínimo pero somos el grupo
etáreo más afectado, la mayoría todavía no tiene la edad para ejercer el voto y
nuestra participación en espacios de gobernanza climática suele ser criticado y
hasta deslegitimado; no obstante, somos quienes lo lideran y tomamos como
nuestro porque es nuestro deber, y, porque estamos hablando acerca de un
problema de derechos humanos, de los derechos de la niñez y la juventud, es
decir, de nuestro propio futuro..
Mi
deseo es que, cuando podamos retomar nuestras vidas podamos extrapolar lo
aprendido, durante esta coyuntura, tal como es el trabajar en conjunto desde el
multilateralismo, intergeneracionalidad y transversalidad, y proyectarlo en la
acción climática, ya tenemos las herramientas y el conocimiento, sólo nos falta
la voluntad para hacerlo.